No sé si se podrán realmente armar escenarios con las palabras. No sé si las letras traspasan realmente fronteras.
Desconozco en verdad si es que todo este tiempo he conseguido revelar los secretos que esta neurona loca maneja y esconde. No sé si las ideas que tengo del mundo, del tiempo, de las personas, son reales o no.
No sé hasta que punto mis ideas son ciertas. No sé si debiera seguir escribiendo.
Pero el caso es que estoy acá, en este lugar que he construido, un lugar que tanto quiero, que tanto cuido... y me he sentido cohibida de seguir escribiendo. Qué ironía, cerrar la puerta y no querer hablar... yo siempre quiero decir algo, siempre. No callo, no dejo de pensar y darle vueltas a las cosas, volver a puntos, historias, melodías... por eso he decidido dejar atrás esta aprensión, esta suerte de miedo al qué dirán. Si para criticar ya hay de sobra, qué mas da...
Estos días, después de un par de hecatombes, he tratado de descubrirme, de ver qué pasa en el fondo de mi corazón, seguir sabios consejos y disfrutar de cosas pequeñas. Me he preguntado incansablemente qué, por qué, hasta cuándo, qué piensas... he asomado la mirada a uno que otro espejo, he tratado de ver mi reflejo...
No quiero más tristezas. Quiero paz, amor, quiero hojas silbando por el movimiento de la brisa, quiero agua jugueteando con piedritas grises, quiero un cielo solo mío... quiero vida. Simple y pura.
Quiero ser feliz.