Martes 17 de diciembre de 2013.
Si yo fuera adivina -o me las diera de tal- me dedicaría a predecir las cosas más rimbombantes del planeta. Haría premoniciones sobre derrotas deportivas, catástrofes nacionales y desgracias particulares...
Para que no pasen. Porque todo lo que predije o presentí para este año, en mi desarrollo profesional, fue un fiasco.
Y si predigo cosas malas, y luego pasan buenas, se deja el mal recuerdo atrás y se disfruta con gratitud y distensión el buen presente.
Eso quiero. Disfrutar con gratitud el buen presente. Pero, lamentablemente, no todavía...